20 de agosto de 2012

Mendele tenía algo. Tenía un fuego. Este en un lugar frío y oscuro, detectives. Un lugar gris y húmedo. Mendele emitía luz y calor. Daban ganas de ponerte cerca de él. Para calentarte las manos y derretirte el hielo de la barba. Para alejar la oscuridad durante un par de minutos. Pero cuando después te alejabas de Mendele, seguías notando calor, y parecía que en el mundo había un poco más de luz, aunque solamente fuera la luz de una vela. Y era entonces cuando te dabas cuenta de que el fuego llevaba todo el tiempo dentro de ti.

El Sindicato de la Policía Yiddish 
Michael Chabon