3 de mayo de 2013

Risk Management

El simbólico acto de entrega de llaves de nuestro hogar tiene algunas lecturas...
Lecturas tan variadas como el simbólico acto de "Dejo un desodorante y un cepillo de dientes en tu casa". 
O el simbólico acto de "Viene mi mamá a Buenos Aires y quisiera que la conozcas".
¿Qué oscuro significado esconden estos simbólicos actos?

Que estamos dejando que alguien entre en nuestras vidas. Seguro.
Que nos permitimos que alguien se quede en nuestra cama hasta el día siguiente, y además lo disfrutamos. También.
Que estamos bajando las defensas. Eso parece.
Que esta perpectiva nos estusiasma como si fuéramos colegiales de primaria frente al acto de fin de año, pero al mismo tiempo nos da un pánico indecible. También.
Que quizás volvamos a hacer lo único que nos juramos no volver a hacer la última vez... Engancharnos. Y enamorarnos. Quizás.
Da vértigo, no?
Pero la sonrisa que llevás colgada de las comisuras te delata.
Volvimos a caer.
Una vez más, queremos que se queden a dormir a nuestro lado después de. Y antes de. Y durante. Y en realidad no importa cuándo. Lo que queremos es que se queden.
Y nos olvidamos cuando juramos que eso no lo íbamos a permitir nunca más.

Impresiona. Impresiona ver un cepillo de dientes ajeno en tu baño. Y una tohalla extra colgada de la puerta.
Impresiona que te puedas pasar todo un fin de semana con la misma persona y que cuando llega el lunes estás pensando todo el tiempo en ella. 
Impresiona que no importa si pasaste tres días ininterrumpidos con alguien, que si es por vos que sea toda la semana. Todo el mes. ¿Toda la vida?
Una llave o un cepillo de dientes son objetos. Tienen tanta importancia como uno les quiera dar. Después de todo, son sólo cosas que van y vienen. Que se dan y que se pueden devolver.
¿O no?
O son un símbolo de que vamos a correr el riesgo.
Una vez más.

30 de julio de 2001.
Los resultados del risk management los vemos hoy...