12 de julio de 2013

No tragedy like mine

Tenía que terminar el trabajo final para Diseño I. Por suerte había decidido hacerlo en equipo con May. Por suerte, porque la verdad... mi mamá había muerto dos meses atrás y en ese momento el final de Diseño era lo que menos me importaba en el universo. Si no hubiera sido porque la responsabilidad era compartida no hubiera dado ese exámen ni de casualidad.

Pero la vida sigue, llega marzo, los plazos se cumplen, y ahí estaba ayudando a May a entrar a casa. Porque durante las vacaciones de verano se había quebrado una pierna y andaba con muletas, y si a eso le sumás cartón gris, papeles y una maqueta a medio armar, era complicado. Hacía un tiempo que no nos veíamos así que empezamos a ponernos al día cuando de pronto May se puso a llorar. Y entre sollozos me decía que su vida era un desastre, que el dolor de su pierna era demasiado, que nadie la entendía, que tenía que hacer rehabilitación y nadie podía acompañarla, que estaba sola y que hacer la cosa más simple era complicado, que tenía que gastar un montón de dinero en taxis, y que encima su mamá le había dicho que no podía dejar Posadas en ese momento para venir a ayudarla, que no sabía que hacer, que se quería volver a su casa pero había que presentar el final, que no daba más.

Recuerdo estar parada mirándola y pensar: "Me estás jodiendo. Mi mamá se acaba de morir, no la voy a ver nunca más en toda mi vida y la extraño tanto que hasta me duele respirar y quiero que alguien venga y me abrace y me diga que vamos a estar bien pero no aparece nadie, nuestra vida es un caos y nada va a volver a ser como antes y vos llorás porque te duele la pierna y porque tu familia está lejos?!" La hubiera cacheteado hasta que se diera cuenta de la estupidez que me estaba diciendo. Le hubiera gritado que dejara de ser tan malcriada, que su pierna se iba a curar, que ok sí, que entendía que le doliera pero que con rehabilitación iba a recuperarse y que podía llamar a su mamá por teléfono todas las veces que quisiera, y que todo lo que le pasaba iba a pasar, que lo único que no tenía solución era morirse, que eso hacía de tu vida un desastre. Pero no lo hice, la dejé llorar hasta que se calmara, le acerqué un vaso de agua y pañuelitos descartables, le agarré fuerte la mano y le dije que no se preocupara, que tenía que bancarse un poco el dolor pero que se iba a recuperar, y que íbamos a terminar el trabajo juntas, que yo podía ir a su casa el resto de las veces y que íbamos a estar bien.

No sé si May alguna vez registró esa situación, pero mucho después entendí que las tragedias personales, son eso, personales, y que no importa si son experiencias devastadoras que cambian el curso de tu vida para siempre o apenas pequeños contratiempos con una solución evidente. Nada, pero nada en el mundo es más importante que lo que la pasa a uno, justamente porque le pasa a uno. Es cierto que luego podemos ponerle perspectiva a la situación y darnos cuenta que sí, que algunas de esas tragedias eran una pavada. Pero en el momento en el que pasan, nos pasan, abarcan toda nuestra existencia y no hay punto de referencia que valga. Está bueno acordarse de eso de vez en cuando.

Y Diseño I lo aprobamos con 9.