20 de marzo de 2014

Joël Robuchon me hizo llorar

Hoy Alma Singer publicó un post hermoso con algunos datos sobre la ciudad de New York que le envié por mail justo antes de que partiera hacia allí. Su post me hizo viajar de nuevo. Me hizo recordar infinitas anécdotas. Me hizo volver a mi propio blog. Y me dio ganas de volver a escribir. Nada mal para un solo post!

Viajar por trabajo no es lo mismo que viajar por placer. Su obvia diferencia es el tiempo; no hay tiempo para explorar porque bueno, el objetivo del viaje es justamente trabajar. Pero a veces los planetas se alinean y se puede combinar trabajo y placer. Ni te digo si estás en una de las ciudades más maravillosas del mundo, si además estás a cargo de la agenda de reuniones, y si te dan vía libre para elegir los lugares donde se hacen esas reuniones. Y si además, tenés la suerte de tener una amiga que es prácticamente la encarnación de una TimeOut en persona, bueno, tu viaje de trabajo se transforma en un gran joy ride.

Para decidir dónde almorzar con uno de nuestros proveedores más importantes que viajaba desde DC especialmente, Vir no dudó ni un segundo y me dijo: "Vas a L'Atelier de Joël Robuchon. Abrió hace apenas unos meses, todo el mundo quiere ir." Y si Vir lo dice, yo le hago caso.

Robuchon es uno de los grandes chefs de nuestro tiempo, mentor a su vez de grandes chefs estrella como Gordon Ramsay o Eric Ripert. En la actualidad tiene 9 restaurants distribuidos por el mundo, y a lo largo de su vida se ha ganado 25 estrellas Michelin. Eso es mucho. En New York su restaurant estaba ubicado dentro del Four Seasons Hotel, una maravilla arquitectónica creada por I.M. Pei, el mismo al que se le ocurrió plantar una pirámide de cristal como entrada al Louvre.

El ingreso al hotel se abre a un increíble lobby de cuádruple altura que se ve así:


Detrás de ese lobby se encontraba el muy minimalista Atelier, todo madera clara, rojo y negro. Y la barra, por supuesto. La característica distintiva de todos los locales de Robuchon, el sitio que todo el mundo codicia, y que sólo 20 personas por noche pueden ocupar.

Es difícil describir la experiencia y que esa descripción sea justa. La comida, la música, la vajilla, cada bocado, cada sonido, cada color hace del conjunto un asedio constante a los sentidos. Nada está librado al azar. En ese escenario, la siguiente escena:

Un proveedor con el que normalmente negociás un par de millones de dólares al año, una conversación relajada pero seria, al final de la comida... pedimos postre? Mi mirada hacia mi Jefe, que hubiera podido traducirse en "Si no pedimos postre en este lugar de ensueño te mato y después me mato yo" fue totalmente interpretada aunque mis labios no emitieran ni una sola palabra. Porque cómo resistirse frente a una descripción tan fascinante como "Le Sucre: Creme Caramel Sugar Sphere with Saffron Ice Cream"?!

Y de pronto deslizan frente a mi un plato con pie de delgadísimo vidrio transparente, con una ola de espuma blanca, una pequeña quenelle de helado amarillo pálido y una esfera dorada que parece flotar sobre la superficie. Literalmente dorada. Brillante. Perfecta. Se me llenaron los ojos de lágrimas. Y no pude decir nada. Simplemente me quedé mirando el plato. Así por un rato. Hasta que reaccioné y escuché cómo Eduardo le contaba a Harry lo mucho que me gustaba explorar la cocina de cada lugar que visitábamos. Fue un poco embarazoso, pero Harry me sonrió y dijo: "Don't worry, I totally get it, that's a true piece of art. But if you don't, I'll dig my own spoon into it!" Y golpee la esfera con mi cuchara, que hizo ese sonido perfecto que hace el caramelo cuando se quiebra, dejando caer una crema de caramelo salpicada de micronésimas grosellas rojo neon. Y obvio, todos quisieron probar.

L'Atelier de Joël Robuchon New York cerró en junio del 2012. Rumor has it que durante el 2014 abrirá un nuevo Atelier en la ciudad, esta vez a la calle.

La imágen pertenece a esta hermosa y extremadamente detallada reseña del Four Seasons Hotel de Thomas Philips para Mercedes Benz.